Como ya os conté en la entrada pasada, hoy estrenamos sección, espero que os vayáis animando, que ya veréis qué cosas más ricas salen de aquí.
Hoy la receta es de...
Sobre ella...
Rosa, es compañera de mi madre (que es un solete y me publicita allá por donde va... jeje). Así que la conozco de antes de todo el invento del blog, me sigue casi desde que empecé a subir las recetas fáciles y, a través de mi madre, de vez en cuando me cuenta algún truquito. Gracias Rosa, y a todas las compañeras, que me leéis casi todos los días también.
La receta original...
Su receta no era una tapa, así que lo podéis hacer también como un entrante o, si hacéis mucho como yo, un plato único.
Me contó que ella troceaba la berenjena en rodajas de un dedo de anchas y las metía en el horno hasta que estuviesen transparentes y blanditas. Después, les echaba queso mozzarella por encima y las ponía a gratinar hasta que estuviesen doraditas.
Las acompañaba con un salmorejo fresquito que hacía con tres tomates, cuatro dedos de barra de pan, un diente de ajo pequeño y aceite abundante.
Mi toque especial....
Tampoco la he cambiado mucho, sólo el ancho de las rodajas y el queso. Lo he probado de las dos formas y, para mi, el sabor que le da el queso manchego... ¡es insuperable!
• 2 berenjenas medianas.
• 50 g de queso manchego semicurado.
• Un chorrito de aceite de oliva.
• Sal.
Para el salmorejo:
• Dos
tomates medianos muy maduros.
• Un
diente de ajo pequeño o medio.
• Un
buen trozo de pan duro, la cantidad depende del tipo de tomate, del agua que
tengan.
• 4
cucharadas de aceite de oliva.
• Sal
al gusto.
• Una
gotita de vinagre, pero "una gotita" (opcional).
Lo primero es lavar y cortar la berenjena, os re comiendo que la cortéis en rodajas de medio centímetro porque luego quedará más crujiente.
Colocamos las rodajas bien extendidas en un escurridor o en un plato, con una pizca de sal encima, para que suden el amargo. Las tendremos así unos 20 minutos.
Transcurrido ese tiempo, secamos el agüilla que sueltan con una servilleta y las colocamos en la bandeja de horno, que habremos forrado con papel de aluminio y engrasado con un chorrito de aceite.
Una vez colocadas, también podéis echar otro chorrito de aceite por encima.
Metemos en el horno a unos 200º C por arriba y por abajo durante 10 minutos.
Cuando estén blanditas, rallamos el queso y se lo ponemos por encima. Lo metemos en el horno de nuevo pero esta vez a gratinar.
Cuando esté doradito el queso estará listo.
Mientras, vamos a hacer el salmorejo.
Pelamos los tomates y los troceamos. Yo tuve que escurrir después el caldo porque mis tomates tienen mucha agua. Troceamos el pan duro y se lo añadimos a los tomates para que se vaya ablandando.
Añadimos a la mezcla el ajo, la gotita de vinagre, el aceite y la sal (en mi caso media cucharadita).
Truquito: antes de añadir el diente de ajo, quitadle el centro, el hijillo o germen o como lo llaméis. Eso es lo que repite del ajo y es muy importante quitárselo, sobre todo si lo vamos a comer crudo.
Trituramos y batimos todo, si os queda muy liquido, añadidle más pan. Lo probáis y corregís según vuestro gusto.
El salmorejo no debe quedar muy espeso, va a ser una salsa, pero ¡tampoco lo dejéis como un gazpacho!
Cuando lo tengamos lo metemos en la nevera hasta la hora de servirlo.
Y ¡ya está!
Está delicioso, nos ha encantado a todos.
Os recomiendo que probéis la tapa con un buen vino tinto, que no sea muy flojito. Un crianza, por ejemplo, le va genial.
¡¡Gracias Rosa!!! Espero que sigamos compartiendo muchas más recetas.
Y a los demás, os sigo animando a que participéis y me mandéis vuestra receta al correo o al Facebook.
Millones de besos,
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